Alquimia de dominación musical
para el sometimiento auditivo.
Fusiones y revoltijos ultraviolentos
de post‑música Slow Bastard
para trascender los límites del género
de armada en sincronía coral
al margen de la ley.
Collage orquestal súper‑bootleg
de ingeniería inversa en cuerpo y alma
para la quimérica reencarnación.
Placeres escatológicos proyectados
en sincretismo blanco y negro
bajo el control del tiempo
y la sincronía artificial.
De lo femenino a lo masculino,
en lo oscuro y lo divino
cabalismo en pléroma agnóstico
para la transmutación platónico‑filosofal
en cadáver exquisito y libre de payola.
Armonía grotesca de fundamento pirata,
apropiación en producción experimental.
Oda satírica en hypersample.
La música es el instrumento, duh.